Urbnao VII no era sin embargo el primer papa inquisidor pues ya lo había sido Adrian Florensz Dedal, alias Adriano VI, uno de los sucesores en España de Torquemada. Ni sería el último. Sin ir más lejos, nuestro actual Joseph Ratzinger, alias Benedicto XVI, también fue inquisidor: de la Inquisición (hoy cantinflescamente llamada "Congregación para la doctrina de la Fe") este Führer taimado dió el brinco al potro. Que la Iglesia no era "relativista" dijo en el sermón de la misa que ofició por el eterno descanso de Juan Pablo II. Dos días después cónclave: tres días después, papa; cuatro días después, que siempre no, que todo es relativo, que todo depende de las épocas, los lugares y las circunstancias y que hay que juntar a la Iglesia Ortodoxa con la Romana, bajo en sólo pastor, él, con un sólo cayado, el suyo, que es el que mejor se para. Por lo demás, ¿qué papa no es un inquisidor? Todos están inquiriendo en la conciencia ajena, olisqueando, olfateando, espiando por los agujeros.
No hay papas bueno. Ni malos. Hay papas peores. Inocencios, Píos, Clementes, Benedictos, Bonifacios, Juanes, Pablos...Detrás de estos nombres bonachones o inucuos se ocultan monstruos: Inocencio III designa al monstruo Lotario da Segni; Inocencio IV al monstruo Sinibaldo Fieschi; Inocencio VIII al monstruo Giovanni Battista Cibò. Y así...Yo nací bajo el pontificado de Eugenio Maria Guiseppe Giovanni Pacelli, alias Pío XII, el gran alcahuete de Hitler, pero no lo conocí. A mi mamá le mandó un diploma firmado de su puño y letra y con su foto, que un vecino nos compró por veinte dólares en Via della Concilliazione y con el cual le concedía indulgencia plenaria a la santa por los veinte hijos de alumbró, razón de dolar por hijo y de hijo por año. El diploma acabó colgado de una pared de mi cuarto desde donde me vigila día y noche. "¿Que me ves?" --le increpaba--. "¿Que te estén cauterizando el culo en los infiernos nazi puerco". Pero no. Está en el cielo entregado al dele dele, al sube y baja con la monja Pascalina que se trajo a Roma de Alemania y a quien los italianos llamaban la papessa y Virgo potens.
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