sábado, 7 de noviembre de 2009

La puta de Babilonia. Fragmento II

A mediados de 1209 y al mando de un ejercito de asesinos, el legado papal Arnoldo Amalrico le puso sitio a Beziers, baluarte de de los albigenses occitanos, con la exigencia de que le entregaran a doscientos de los más conocidos de esos herejes que allí se refugiaban, a cambio de perdonar la ciudad. Almarico era un monje cistercience al servicio de Inocencio III; su ejército era una turba de mercenarios, duques, condes, criados, burgueses, campesinos, obispos feudales y caballeros desocupados; y los albigenses eran los más devotos continuadores de Cristo: el hombre más justo y noble que haya producido la humanidad, nuestra última esperanza. Así les fue, colgados de la cruz de esa esperanza terminar masacrados. Los ciudadanos de Beziers decidieron resistir y no entregar a sus protegidos, pero una imprudencia de unos jóvenes atolondrados la ciudad cayó en manos de los situadores y éstos, con católico celo, se entregaron a la rapiña y el exterminio. ¿Pero cómo distinguir a los ortodoxos de los albigenses? La orden de Almarico fue: "Maténlos a todos que ya después el Señor verá cuáles son los suyos". Y así, sin distingos, herejes y católicos por igual iban cayendo todos degollados. En medio de la confusión y el terror muchos se refugiaron en las Iglesias, cuyas puertas los invasores fueron tumbando a hachazos: pasaban al interior cantando el Veni Sancte Spiritus y emprendían el degüello. En la sola Iglesia de Santa María Magdalena masacraron a siete mil sin perdonar mujeres, niños ni viejos. "Hoy Su Santidad--le escribía esa noche Almarico a Inocencio III--, veinte mil ciudadanos fueron pasados por la espada sin importar el sexo ni la edad". Albigenses o no, los veinte mil eran todos cristianos. Y así ese Papa criminal que llevaba el nombre burlón de Inocencio lograba matar en un solo día y en una sola ciudad diez o veinte veces más correligionarios que los que mataron los emperadores romanos cuando la llamada "era de los mártires" a lo largo y ancho del imperio. ¡Los hubiera matado a todos y no habríamos tenido Almaricos, ni Inocencios, ni Edad Media! ¡Qué feliz sería hoy el mundo sin la sombra ominosa de Cristo! Pero no, el Espíritu Santo, que caga lenguas de fuego había dispuesto otra cosa.

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WARNING!

El claro objetivo del blog es difundir el mensaje de Fernando Vallejo. Disfrutamos leyendo su genial libro "la puta de Babilonia", al igual que él disfrutó escribiéndolo. Si es usted un católico sensible y cree que esta bitácora le ofende, por favor, abandone este sitio. Si es usted un católico dudoso le recomendamos encarecidamente que lea y disfrute y se de un buen baño de Historia, racionalidad y escepticismo.

El libro la puta de Babilonia es de 317 páginas, así que hemos decidido publicar una página del libro por día, lo cual nos llevará casi un año. Si cree que somos desocupados, nos da igual lo que piense (nos importa un puto pepino), esto es Internet y es un espacio de libertad donde caben todos: Torquemadas y Galileos.

El nombre Galileo ha pasado a la Historia como sinónimo de ciencia, inteligencia, raciocinio, racionalismo, voluntad y sacrificio. Son muy numerosos los proyectos científicos que llevan su nombre.

El nombre de Torquemada es sinónimo en nuestros días de tortura, oscurantismo, inquisición, hoguera, caza de brujas, anticiencia, anti-inteligencia, fanatismo, fundamentalismo, misoginia, violencia, exterminio, genocidio, dogmatismo, antisemitismo, robo, asesinato masivo, irracional, superstición, brutalidad, barbarie.

Ese es el gran legado Cristiano que la Santa Madre Iglesia Apostólica Católica y Romana ha dejado en occidente y en el mundo. ¿Son esos los valores judeo-cristianos que queremos que se mantengan a lo largo de los tiempos?